Exposición actual

“El jardín de mis vísceras” es una exposición que se encuentra entre lo íntimo y lo salvaje, entre el cuerpo como refugio y como un espacio en disputa. A través de instalaciones, piezas textiles y pictóricas, Victoria Benítez construye un autorretrato fragmentado, cuenta una historia desde las vísceras y su constante mutación. Cada obra nace del caos emocional y material, como un ritual de sanación que transforma el residuo en abono fértil para la creación. Esta exposición se construye desde la recomposición simbólica: de la mierda, florecen las flores.

Este jardín es una casa hecha de pasillos oscuros y de ventanales abiertos, de órganos expuestos que se recorren a través de un mapa emocional dibujado con lo que se rompe, se pierde y se encuentra. Los materiales —restos de cuadros, textiles olvidados, objetos rescatados— dialogan con el cuerpo como archivo de memoria, trauma, deseo y renacimiento. Las piezas se descomponen y resurgen, adoptando nuevas formas: flores cerámicas que brotan del barro, líquidos viscosos, mujeres-animales que encarnan las vivencias cotidianas, con lo etéreo y lo salvaje, con la algarabía de sus bestias internas.

El recorrido por esta exposición puede leerse como un tránsito entre estaciones emocionales: desde la rendición, el dolor, la incertidumbre y la furia liberadora hasta llegar al resplandor inesperado. Son momentos vitales que se manifiestan en el lenguaje corporal de las obras, cada una como una coreografía intuitiva que está cargada de contradicciones, en constante negociación con lo que ya no es y lo que aún puede llegar a ser.

“El jardín de mis vísceras” invita a habitar el arte desde el desborde, a caminar entre flores nacidas del barro y pasear los monstruos que nos habitan. Es una propuesta para perderse —si se quiere— en los pasillos húmedos de un cuerpo que ha mutado muchas veces, pero que aún resplandece. Aquí, habitar el dolor también es una forma de florecer.